Cambio de piel
cuando la chispa queda arrinconada
y no hay quien roce fulgores a mi paso
ni expediciones sutiles
o vehemencias de arco iris
ni extraños por conocer.
Cambio de piel
cuando las llagas son profundas
y basta con un crujido para tocar el suelo
precipitándose en el tablero el listado de mundos
que uno acepta y remite.
Cambio de piel
indagando libertades
encierros personales
escaparates
locuras acumuladas en el espejo
tantos mensajes mudos que oprimen vísceras...
y sé que sólo es una piel más
en la inmensa montaña de emergencias cotidianas.
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