como el arlequín fantasmagórico
que avecina ciclones en medio de la nada
y no temer la rebeldía de cada sinrazón
beber alcohol en grandes tazones de café
saborear el grano oculto molido a la vista
y no fumar ni un centímetro
porque el humo quedo en la neblina de una década
de segundos interrumpidos
dejar ya los buenos modales
el estático pelo de las siete de la mañana
la sensación feroz de ser y no
abandonar esa representación que no nos pertenece
los espejos atravesados
y gritar
vociferar bien fuerte
para escucharme.
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